martes, 24 de febrero de 2015

DISTROFIA FACIOESCAPULOHUMERAL







¿Qué es la distrofia facioescapulohumeral?
La distrofia facioescapulohumeral (FSH o FSHD, en inglés) es una enfermedad de los músculos, descrita en 1886 por los doctores Landouzy y Déjerine.
La distrofia facioescapulohumeral es una enfermedad genética causada por una anomalía localizada en
el cromosoma 4. Se transmite de modo autosómico dominante. Una persona afectada tiene un riesgo del 50% de transmitirla a cada uno de sus hijos, con independencia de su sexo.
Se trata de una de las enfermedades musculares hereditarias más comunes. En Francia están afectadas más de 2.500 personas.
¿Cómo se manifiesta?
La distrofia facioescapulohumeral se manifiesta por la afectación de los músculos de la cara (facio), de los hombros (escápulo) y de los brazos (humeral).
Los primeros signos aparecen en la mayor parte de los casos entre los 10 y los 20 años. Los ojos no se cierran totalmente (pérdida de la fuerza de los músculos de los párpados), el rostro es poco expresivo (afectación de los músculos de la boca) y resulta difícil levantar los brazos por encima de los hombros.
De modo general, el corazón no está afectado.
¿Cómo evoluciona?
La enfermedad progresa, generalmente, de forma lenta, desde la parte superior del cuerpo hacia la inferior, y los déficits pueden caracterizarse por evolucionar por brotes.
La afectación de los músculos de la cara impide silbar, beber por una pajilla o cerrar los ojos para dormir, pero en la mayor parte de los casos esta afectación no progresa.
La afectación de los músculos que rodean el omóplato conlleva dificultades cada vez mayores para elevar los brazos y desplazar objetos.
En la mitad de los casos los glúteos se ven afectados, lo que provoca un basculación de la pelvis hacia delante. Finalmente, se ven afectados los músculos dorsiflexores del pie y las caídas se hacen frecuentes.
Más de la mitad de las personas afectadas conservan la autonomía de marcha durante toda su vida.

¿Cómo se realiza el diagnóstico?

El diagnóstico se realiza esencialmente por medio del examen clínico.
Este diagnóstico puede confirmarse mediante estudios de biología molecular. Es posible extraer el ADN de los glóbulos blancos a partir de una muestra de sangre  y buscar en el cromosoma 4 la anomalía genética relacionada con esta enfermedad. Aunque con frecuencia se ha observado que cuanto mayor era la anomalía genética más grave era la enfermedad, no es posible predecir con precisión el grado en que cada persona se verá afectada.

¿Qué se puede hacer?

Es  preciso  realizar  un  control  anual  en  el  que  se  efectúe  una  valoración  muscular  y  ortopédica. Ocasionalmente, en las formas infantiles, es necesario hacer una valoración auditiva y oftálmica.
Es esencial la fisioterapia regular y adaptada al paciente.
Pueden aconsejarse, para compensar las dificultades de la marcha, un aparato elevador del pie, un bastón o una silla de ruedas.
En algunos casos se aconseja una intervención quirúrgica para fijar los omóplatos a la caja torácica, lo que permite levantar los brazos.









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